viernes, 14 de enero de 2011

La caballerosidad no conoce de temporalidad

Hace no muchos días, escuché a un distinguido señor hablar sobre el Quijote, y de como representaba valores que se encontraban en contradicción con los tiempos modernos. Argumentó que el Quijote, o mas bien dicho, los valores caballerescos de aquél excéntrico Hidalgo, se encuentra en una época en donde nociones como el honor y la virtud no poseen ya la fuerza -ni importancia- que tuviesen de antaño. No podría estar mas en desacuerdo. Y por eso heme aquí, alegando en esta pequeño (pero sincero) escrito que la caballerosidad no puede encontrarse fuera de su tiempo, ya que la escencia del caballero no conoce la temporalidad.

Es cierto que el tiempo cambia, y con él la relación entre los hombres: los dragones de fuego han sido reemplazados por dragones de metal, los bellacos ahora visten de traje, y las princesas tiempo há que dejaron de necesitar un fiel siervo; No negaré tampoco que los valores (y más aún los del caballero) han sido devaluados, incluso ignorado, y tomados como inservibles o anticuados: el aludir a una jóven con respeto llamándole señorita no es hoy sino objeto de burla entre las amistades; Mas no por esto debe tomarse por verdad la opinión del vulgo, y si es difícil creer en la caballerosidad tanto mas lo es el dejar de hacerlo.

Se me puede argumentar que el caballero como tal no existe ya, pues bien, respondo que no es que no exista, simplemente es que ha mudado de forma. Hemos mudado tal vez la capa y espada, pero en dejarlas apreciamos mas el honor y la hermandad, el orgullo y, sobre todas las cosas, hemos conservado la pasión por defender las máximas del amor y la valentía. ¿Y qué si en la vida no tienen ya utilidad práctica? ¿Desde cuando se ha protegido al amor para conseguir un empleo? ¿O la valentía para obtener placeres? ¿Que importa si toma el vulgo por vanas ideas románticas aquellos nuestros fundamentos morales? El caballero no es caballero porque defiende a una dama, habla con respeto o renuncia a su bien por el de aquellos a quien quiere. El caballero defiende a una dama porque en ella ve la imagen del amor, de la belleza y la sutil elegancia de una flor naciente, habla con respeto porque sabe que incluso el enemigo es digno de ser reconocido como tal, y procura el bien porque en sus seres amados radica el honor. Las acciones de un caballero no lo definen ni a él ni a sus valores, el caballero actúa, habla, vive, muere y defiende sus ideas por ellas mismas y de ahí radican las acciones.

Así que no se hable de nociones olvidadas, de acciones futiles y valores superfluos, que mientras sean los senderos en el destino de la humanidad distintos e incomprensibles, la caballerosidad estará presente, un camino -tal vez ingenuo si, pero nunca deshonrado- que se alza frente a la incertidumbre.

La forma puede cambiar, los valores ridiculizarse y las ideas negarse, pero el fondo señores y señoritas,el fondo es siempre el mismo. La caballerosidad no puede estar fuera de tiempo porque la caballerosidad no conoce el tiempo: el amor, la valentía, el honor y el espíritu de hermandad son tan inmortales como inmortal es el hombre;

Y esto, esto lo defiendo hasta la muerte.