sábado, 19 de septiembre de 2015

Carta a ella

Querida amiga,

Si la memoria no me falla, creo que no le he contado de cómo sobreviví tras dejar atrás nuestro mundo. Al principio vagué un poco, vagué y trabajé en donde hubiera trabajo. Después de un tiempo, tuve la fortuna de caer en los brazos de una familia cristiana que me acogió. Quien diría, amiga mía, que en el seno de una familia que tanto se preocupara por mi fuera yo a caer lo más bajo posible. No se preocupe, nunca hice nada para lastimarlos, ni robé nada. Es simplemente que cuando tuve un lugar para llamar propio, que comencé a caer más en la tentación. Teniendo un lugar que me aceptaba no pude sino explorar los límites de cuanto podían soportar, el ver si podía más la caridad o el vicio.
Aún así, intenté seguir con mi vida, intenté ignorar a Muerte y Soledad, que día y noche me buscaban. No le mentiré, me enamoré. No como con Ella, claro, pero me enamoré. Me enamore y terminó siempre mal, ya sea por ella o por mi. Me volví un borracho. Ansiando siempre lo que no tenía y desperdiciando lo que se me presentaba, elegí tomar para no ser tomado en serio.Porque seamos honestos, qué salida es más facil que la de un borracho: nadie los tom en cuenta, y es más facil llorar tomando que llorar sobrio. Y así fue como empezó mi caída supongo. Abandoné a la familia que me había acogido todo este tiempo y me dediqué a vagar. Me dediqué a tomar. Diría el coronel que mientras más tomaba más la recordaba, pero más soportaba el recuerdo, pero no lo creo. Mientras más tomaba más me enamoraba y más buscaba lo que había perdido, pero siempre fallaba y siempre terminaba herido.
Anduve un rato en las calles. Sobreviví de trabajos y caridad por un tiempo. Escuché historias y tomé con los olvidados de la ciudad. Sabía usted, mi querida amiga, que cada indigente tiene una historia? Escuché bastantes, y grabé algunas en mi memoria. Después de un tiempo, entendí a mis nuevos amigos. Pero, ¿quiere saber mi sufrimiento, querida amiga? Ellos me contaban historias de tragedia, de abandono y más, y mi peor historia, lo que más me dolía hablando con ellos, trabajando con ellos tomando con ellos sintiendo el hambre con ellos, la única historia que me importaba era la tontería de ilusión que er ver y estar con aquella mujer de los ojos color...
Puede usted adivinar de que color eran esos ojos, amiga mía?

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